CONCIENCIA CORPORAL Y MINDFULNESS . Todos los sábados

Sesión inicial de una nueva clase de conciencia corporal guiada por Khemavasini. Luego es una clase semanal 

El cuerpo no es un lugar fácil, todos lo descubrimos cuando nos sentamos a meditar. Sin embargo, es el único espacio en el que sucede el aquí y el ahora, y además si te ilumina lo hace en cuerpomente, o mentecuerpo.
Cuerpo y respiración son el eje de la meditación, un principio que parece sencillo y natural, pero que tan pronto te sientas descubres que no lo es, ya que muchas veces el cuerpo está tenso, a veces dolorido y agarrotado. . y la mente..... la mente va a lo suyo, hace lo que siempre ha hecho: fantasear, recordar, especular, desear, recriminar, etc, todo muy normal.
Lo que sucede es que hay un aprendizaje que se desarrolla poco a poco. La tensión es acumulativa e inconsciente, no te das cuenta hasta que te duele mucho y el dolor te obliga a parar.
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La relajación es siempre consciente, es una actividad que deshace patrones musculares y neuronales de tensión habitual.
En el mindfulness aprendes a abrir un espacio de atención lo más plena y clara que te es posible. Cada meditación es diferente, no existe ninguna meditación igual a otra, como no hay dos momentos iguales en tu vida. Se pueden parecer, eso sí, pueden tener un sabor similar, pero sorprende descubrir que la impermanencia existe y es una aliada.
Atención plena y clara a tu cuerpo, a lo que sucede en él, a cómo afecta a tus emociones en ese preciso momento siempre cambiante, a tus estados mentales, a la percepción de nosotros mismos como unidad, como cuerpomente, y al mundo que nos rodea.
Cuando te sientas a meditar puedes darte cuenta de que el cuerpo es un lugar extraño e incómodo, a veces duele y tu mente inevitablemente sigue al dolor, porque la mente también puede doler con emociones difíciles como la rabia, la frustración y la incomodidad, reaccionando (la mente) como siempre lo ha hecho: se va, se larga a reinos de placer, deseo y fantasías.
El cuerpo es el único soporte de esta existencia, está claro, no obstante es curioso que en este lapso de tiempo finito que vivimos, pocas veces estemos realmente en él. La mayor parte del tiempo estamos ausentes, o usando el cuerpo en modo automático. A lo que nos dedicamos es a programar, fantasear, imaginar, especular, organizar la vida que vivimos sin darnos cuenta del precio que pagamos por ello: vivir separados de la experiencia vital, lo cual es muy estresante.
Cuando te sientas la primera vez a meditar, puedes darte cuenta con sorpresa de que tu actividad mental es frenética e imparable, No hay nada malo en las funciones de este órgano maravilloso fruto de 2 millones de años de evolución y que aún está transformándose. Cuando te sientas a meditar, de lo que puedes darte cuenta es de lo insatisfactorio de tu experiencia con ella, con tu propia mente. La buena noticia es que esta relación puede cambiar y que depende de ti.
El budismo compara nuestra mente ordinaria y no desarrollada, con la de un mono que vive en la foresta. El mono tiene pues, una mente adaptada a su entorno, especulativa, comparativa y ávida, que desea ser la primera en tener ese objeto delicioso y sensual que brilla cercano. Vive en un clan pequeño y cerrado cooperando por interés con los suyos. Bien, nuestra mente es bastante parecida y por eso pertenecemos a la misma especie, sin embargo en el animal humano, la evolución ha desarrollado un sentido más: la autoconciencia.
Toda esta explicación es para que nos demos cuenta de que vivir así tiene sus consecuencias. Vivimos bajo el peso de muchísimas ideas, sobre cualquier cosa, incluido el cuerpo, empezando sobre cómo debería de ser su peso, tamaño y aspecto. Y este cuerpo real que tenemos lo llevamos a cuestas, usándolo y pocas veces habitándolo.
La conciencia corporal es el desarrollo de estar en el cuerpo y el descubrimiento de que cuando eso sucede, tu experiencia se transforma. Cuando hacemos que esto tenga lugar, podemos descubrir que nuestro cuerpo es un espacio cómodo, seguro, gozoso y apacible,
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que nos proporciona calma, paz y seguridad en nosotros mismos. Y esta experiencia incluye la mente y el aspecto que desconocemos de la mente, de la atención abierta, enfocada, amable y clara.
Así que en estas clases vamos a unir cuerpo y mente y a disfrutar. Los métodos que propongo son los que han funcionado para mí y para muchísimas más personas.
● Blandine Calais y su anatomía para el movimiento.
● Theresa Bertherat y la antigimnasia.
● Método Feldenkrais.
● Técnica Alexander.
● Estiramientos de cadenas musculares.
● Anatomía emocional y somática de S. Keleman.
Y además de los métodos citados, hay muchos otros ejercicios de respiración consciente que nos llegan del Chi Gong y del Pranayama.
Todos estos métodos y técnicas empiezan en el espacio cuerpomente y usan una herramienta básica que todos poseemos aunque no la sepamos usar del mejor modo y que es la atención, la calma, el darse cuenta.
Exploraremos las meditaciones budistas tradicionales: Anapanasati, Metta Bhavana, Satipatthana y solo sentado.
La meditación es una práctica y un cultivo de estar; estar en calma, acompañando lo que te sucede en ese preciso instante, momento a momento, respirando, sintiendo, dándote cuenta de lo que sucede en tu corazónmente ahora... ahora.

Dana: 40 euros al mes (10 clase suelta)

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Dirige
Khemavasini
Miembro de la orden. Doy clases de Meditación y Budismo