Paniyaharana - Aguas despejadas

En esta ocasión, mientras estaba caminando, el Bienaventurado se retiró de la carretera y fue a descansar debajo de un árbol. Entonces, dijo al Venerable Ananda: “Por favor, dobla mi vestimenta externa en cuatro, Ananda, y ponla debajo. Estoy cansado y quiero reposar un rato”.

“Así sea, Venerable Señor”, dijo el Venerable Ananda y, doblando la vestimenta del Bienaventurado, la puso debajo de él.

Y cuando el Bienaventurado se sentó en el asiento preparado para él, dijo al Venerable Ananda: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”.

“Pero, justo ahora, Venerable Señor —respondió Ananda―, una gran cantidad de carros, unos quinientos carros, acaban de cruzar el río y la superficie del agua ha sido cortada por sus ruedas, de tal manera que la misma se enturbió y se llenó de lodo. Pero, Venerable Señor, el río Kakuttha está muy cerca y sus aguas son apacibles, limpias, frescas y transparentes. Este es un lugar placentero y de fácil acceso. Ahí, el Bienaventurado, podrá saciar su sed y refrescarse”.

Pero, por segunda vez, el Bienaventurado dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”. “Pero, justo ahora, Venerable Señor —respondió Ananda―, una gran cantidad de carros … podrá saciar su sed y refrescarse”.

Por tercera vez, el Bienaventurado dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua, Ananda, que tengo sed y quiero beber”. Entonces, el Venerable Ananda, respondió: “Así sea, Venerable Señor” y, tomando su cuenco se fue hacia el riachuelo. Y la superficie del agua, que antes estaba cortada por las ruedas de los carros, turbia y llena de lodo, ahora, cuando el Venerable Ananda se acercó a ella, se volvió clara, asentada, pura y agradable.

Entonces, el Venerable Ananda pensó: “¡Es maravilloso, realmente asombroso, el poder y la gloria del Tathagata!".

Y cargando el agua en su cuenco, la llevó al Bienaventurado y dijo: “¡Es maravilloso, realmente asombroso, el poder y la gloria del Tathagata! La superficie del agua, que antes estaba cortada por las ruedas de los carros, que estaba turbia y llena de lodo, cuando me acerqué a ella, se volvió clara, asentada, pura y agradable. Ahora, el Bienaventurado puede tomar el agua. Que el Sublime la tome”. Entonces, el Bienaventurado tomó el agua.

Este enseñanza es parte del Mahaparinibbana Sutta (Digha Nikaya 16). Traducción original: https://legacy.suttacentral.net/es/dn16